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México
Una de las consecuencias de la Revolución mexicana y el inicio de la dictadura del Partido Nacional Revolucionario -a partir de 1938, Partido Revolucionario Institucional (PRI)- fue la imposición de una visión de la historia de México, y por tanto de la Nación, marcada por el odio a la Iglesia católica mexicana y a la raíz hispana de México. Que los vencedores impongan su relato histórico es normal, sucede en todas partes, pero los vencedores de la Revolución lo hicieron a lo grande.
El estado consagró la visión aztequista iniciada ya en el momento mismo de la independencia -discurso de Morelos al Congreso de Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, escrito por Carlos María Bustamante- visión a la que tras la Guerra de Reforma y la derrota definitiva de los conservadores en 1867 se unió un marcado anticatolicismo, atenuado durante el Porfiriato.
Los revolucionarios triunfantes fundamentaron su poder escribiendo una historia a su medida, la de una nación milenaria, identificada con los aztecas, heroicos y perfectos, conquistada y esclavizada por tres siglos, gracias a traidores y vendepatrias, identificados en el siglo XIX con los conservadores y porfiristas; nación de indios conquistados e indias violadas que sólo había alcanzado la verdadera redención con el triunfo de los buenos en la Revolución; aunque en aquella época los buenos andaban muy ocupados apagando los rescoldos de la mayor persecución a la Iglesia Católica de la Historia: la Guerra Cristera, provocada por el intento de borrar el catolicismo de México mediante psicópatas como Tomás Garrido Cabanal, gobernador de Tabasco, todo ello con el apoyo de los Estados Unidos cuyos embajadores, como D.W. Morrow, apoyaban en México lo que en su casa jamás hubieran tolerado.
Fijada durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, plasmada por los muralistas -especialmente Diego Rivera- y expandida por la Secretaria de Educación Pública (SEP) Enrique Krauze, uno de los mejores historiadores mexicanos la denominó «historia de bronce» porque consagró una división tajante entre buenos buenísimos -Cuauthémoc, Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero…- merecedores del bronce de las estatuas y malos malísimos -Cortés, Malinche, Itúrbide, Porfirio…- merecedores del desprecio y el olvido. O santos o traidores.
Las consecuencias en la nación hispana más grande han sido devastadoras, y no sólo en el callejero, la incapacidad de generar un relato histórico integrador, de asumir todas las raíces de la Nación, especialmente la más importante, la raíz hispana de la nación mexicana, nación formada en el virreinato de Nueva España, ha generado lo que el escritor mexicano Juan Manuel Zunzunegui llama traumas del pueblo mexicano.
Entre todos los acontecimientos históricos, es el acta de nacimiento de lo que tras la Independencia sería la nación mexicana el más maltratado de todos; durante décadas se enseñó en los colegios -y aún se enseña en algunos- cómo unos centenares de españoles zarrapastrosos lograron destruir la gloriosa civilización azteca gracias a la ayuda de traidores, tras lo cual, los mexicanos vivieron esclavos hasta que los héroes de la Independencia echaron a los invasores.
«Los malditos triunfadores están en lo más profundo de nuestro infierno oficial. El malvado mayor, satanás del averno, es el triunfador absoluto, el hombre que hizo posible al México actual, país que sólo era viable sobre las ruinas de las naciones indígenas anteriores, ninguna de las cuales era México: sí, Hernán Cortés, sin cuyo triunfo no existiría el lector de esta publicación, ni sus autores… ni la publicación, ni la ciudad, ni el país. Es el padre de México porque sin su triunfo no existiría ni la población actual; pero optamos por definirnos como conquistados, vencidos, en negación absoluta del padre, español y conquistador, triunfador y por tanto malvado (…)
La psicología social mexicana tiene un magnífico tema de investigación en nuestra identificación con los vencidos y no con los vencedores, siendo hijos de ambos. Decimos que “ellos”, los españoles, llegaron y “nos” conquistaron. ¿Por qué nos llamamos conquistados si también somos conquistadores? ¿No tenemos ojos de todos los colores y pieles de todas las tonalidades? ¿No nos llamamos Carlos, Miguel, Antonio, María, Carmen? Nos apellidamos González, López, Payán, Cárdenas, Aguilar, Toledo, Segovia, Cortés. La idílica y tonta visión que tenemos del imperio azteca la pensamos en español y cuando insultamos a España la insultamos en español. Un pueblo urgido de psicoanálisis éste, donde, a pesar de tanto indigenismo, los indios no pueden ni levantarse en armas sin que un güerito se lleve los reflectores: fatalidad digna de estudio (…)
Somos un pueblo infantil que busca siempre culpables en el exterior: “Los españoles nos conquistaron”, dicen aprendiendo a autocondolerse niños de ojos azules, verdes y castaños, que se llaman Fernando y se apellidan Cortés, y la autocompasión nos enferma de un infantilismo lleno de piedad por nosotros mismos, lleno de voluntarismo para el cual todo nos lo merecemos y si no lo alcanzamos es por la maldad ajena; los gringos nos robaron los territorios del norte, a los indios buenos los emborrachan los mestizos malos, los indios olvidan sus valores. La Malinche, aunque fiel a su pueblo, oprimido por los aztecas, y por tanto enemiga de estos, ha sido elevada a símbolo de la traición. Nuestra pobreza la explicamos por el imperialismo de los Estados Unidos, que ha abierto las venas de América Latina. Pero nunca nos preguntamos por qué no somos un país imperialista y Estados Unidos un país pobre y con las venas abiertas. O somos pobres porque nuestros gobernantes son ladrones y torpes. Pero no observamos que nuestros gobernantes salen de nosotros mismos.»
Las mentiras de mis maestros (2002) / Luis González de Alba (1)
La historia de bronce fue discutida desde sus orígenes, pero en las últimas décadas el rechazo a esta visión aumentó, especialmente tras la llegada en 2000 a la presidencia de México de Juan Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional (PAN) el primer presidente no designado por el PRI desde la Revolución.
Así, en 2011 una película de Matías Meyer «Los últimos cristeros» reivindicó a los cristeros, ignorados y menospreciados por la historia oficial (a pesar de que la Guerra Cristera y la represión brutal del gobierno mexicano causó más de 250.000 muertos) y ese mismo año, la productora Clío, fundada por Krauze lanzó una serie para televisión «La Conquista» dirigida por Nicolás Echevarría, que presentaba a Cortés como líder de una rebelión indígena contra los mexicas, que además de unos abusones eran unos recién llegados; la serie recordó que el ejército de Cortés estaba formado por unos pocos cientos de castellanos, pocas armas de fuego y menos caballos, al que se sumaron decenas de miles de guerreros de los pueblos sometidos por los mexicas, ejército hispano-indígena del que, por cierto, descienden la mayoría de los mexicanos del centro de la República.
Dentro de esta corriente crítica con la historia oficial, la historia de bronce, cuatro geniales chavos mexicanos: Antonio Romero, Andrés Alba, Enrique López y Luis Felipe Ángeles, dirigen desde 2010 la que, para mi gusto, es una de las mejores página web de divulgación histórica que conozco: Bully Magnets
Antonio, Andrés, Enrique y Luis Felipe se conocieron en la universidad, ninguno es historiador, pero juntos hicieron una radionovela sobre Félix Díaz (militar de la Revolución mexicana) que ganó un premio nacional y a partir de ahí decidieron hacer más materiales.
Hoy Bully Magnets tiene en su web decenas de vídeos y podcasts, la mayoría sobre historia de México, pero también tienen materiales sobre muchos otros temas, incluyendo ciencia, literatura, filosofía y en general, todo lo que les resulta interesante; aunque dicen que están destinados para jóvenes entre 20 y 30 años, los materiales son recomendables para todas las edades, y es que, aunque algunos de sus contenidos no son históricamente perfectos, siempre son didácticos y extraordinariamente divertidos.
Los vídeos son mejores que los podcast, y entre los vídeos hay de todo, la mayoría son magníficos, ya sea por romper con la historia de bronce (Aztecas…¡qué demonios?!, La tumba de Hernán Cortés, La inquisición mexicana, ¿Quién demonios fue McLane?, Miramón, Luis Napoleón Morones) resumir procesos complejos de manera sencilla (La Revolución mexicana en corto, la Revolución francesa, la Revolución rusa) o simplemente, ser divertidos y didácticos (Una navidad con Quetzalcoalt, La Catrina)…otros no tanto, como ¿Por qué tenemos religiones? que quizás explique por qué fueron invitados al Segundo Congreso Mexicano de Ateísmo o ¿Quién demonios fue Yanga?, donde entre tópicos, perdieron una magnifica oportunidad de explicar las diferencias entre el concepto de esclavitud en la Monarquía Católica y las monarquías británica o francesa.
Pero a pesar de algunos errores históricos, no deja de ser un proyecto muy chido, y es admirable que cuatro chavos tan jóvenes tengan tanto talento para contar la Historia, máxime si tenemos en cuenta que empezaron el proyecto con sus propios medios, sólo por eso, a Luis Felipe, Antonio, Andrés y Enrique se les debe perdonar cualquier cosa, ojalá hubiera muchos como ellos, y como quien dice, acaban de empezar.
De entre todos sus vídeos -o a la mexicana, videos- he escogido los dos que más me gustan, los dedicados a la gran traidora de la historia oficial mexicana, doña Marina, Malinche, una esclava indígena que fue regalada a Cortés y que terminaría siendo su traductora, amante y madre de su primogénito, uno de los primeros mestizos de América: Martín Cortés.
Disfrútenlos porque son magníficos
Pero la historia de bronce está lejos de ser superada, goza de buena salud y es probable que siga marcando la identidad nacional mexicana durante mucho tiempo, entre otras cosas porque es bandera irrenunciable de la mayoría de la izquierda mexicana, como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Democrática (MORENA).
Para personajes como el líder primero del PRD y ahora de MORENA Andrés Manuel López Obrador (nieto de emigrante español, de Cantabria) su historiador de cabecera, Pablo Moctezuma Barragán (descendiente directo de Isabel Moctezuma, hija de Moctezuma II y un conquistador español ), el hippi de los vídeos de Bully Magnets y otros popes del pensamiento revolucionario, esta visión aztequista, hispanófoba, anticatólica, victimista, fatalista y xenófoba, de héroes y traidores les viene muy bien, sin ir más lejos, en la última reforma del sector petrolero impulsada por el presidente Peña Nieto, MORENA sacó una serie de vídeos contra la reforma que llevaban títulos tan sugerentes como «Las mentiras de Hernán Cortés a 500 años de la invasión española», pues al parecer Cortés, la Malinche y sus aliados indígenas eran ya firmes partidarios de la privatización del sector petrolero, frente a los maravillosos aztecas, benéficos, pacíficos y patriotas.
El escritor mexicano Carlos Fuentes decía que «México será un país maduro el día en que haya una estatua de Cortés en el Paseo de la Reforma» porque el complejo de inferioridad termina siendo un proyecto de inferioridad, y nada crea más complejo de inferioridad que odiar los propios orígenes.
Lo dicho, magnífico proyecto, enhorabuena Bully Magnets!!
Sto lat!!
José María Ortega
Para Sol
BIBLIOGRAFÍA
(1) «Las mentiras de mis maestros» Luis González de Alba. Ediciones Cal y Arena. México, 2002; pág. 12